Aunque no llegó a órbita, superó fases críticas en su primer vuelo.
(22 de Marzo del 2023 - Manuel Mazzanti desde Cabo Cañaveral)
Llegar a órbita en su primer vuelo era un gran deseo. Un deseo compartido por cada una de las empresas que lanzan por primera vez un cohete para comenzar a competir en este nuevo y ya saturado mercado de lanzadores. Pero casi nunca se cumple. Es una tarea difícil, complicada, si es que queremos ser benevolentes y describir el emprendimiento con cierta simpleza.
Llegar a órbita es extremadamente complejo y Relativity Space sumaba además nuevos desafíos a los tradicionalmente conocidos, como propulsión, guiado, comunicaciones, manejo de combustible, carga útil, entre tantos otros, la empresa empresa liderada por Tim Ellis estaba por primera vez lanzando un cohete impreso en 3D.
Relativity Space, una empresa de manufactura con foco en el mercado espacial, tiene como uno de sus objetivos cambiar radicalmente el proceso de manufactura de un cohete. Al imprimir en 3D pueden reducir los tiempos de producción a meses, en vez de años.
El 85% del cohete Terran 1 está impreso en 3D, es la estructura más grande del mundo construida con esta técnica, con máquinas de impresión propias y materiales propios. Hasta sus nueve motores Aeon están impresos en 3D. Pero claro, faltaba enviarlo al espacio.
Definitivamente el reto sumaba varias escalas en dificultad, sobre todo porque jamas fue probado antes.
A esto se suma que si el Terran 1 llegaba a órbita, se convertía en el primer cohete en utilizar “Metalox” en hacerlo. El Metalox es la combinación de Metano en estado líquido como combustible, o sea, gas natural a temperaturas criogénicas, más oxígeno líquido, también a muy bajas temperaturas, como oxidante, a diferencia del habitual “Kerolox” (Kerosene + Oxígeno líquido)
Metalox es el combustible elegido para alimentar la propulsión de una nueva generación de cohetes, con la promesa de una notable reducción de costos que tiene como foco la reutilización y la posibilidad de poder generarlo, en un futuro, en lugares como Marte.
Starship, de SpaceX, New Glenn, de Blue Origin, Vulcan, de ULA, y Neutron, de Rocket Lab, o mismo el Zuque, de la empresa china Landscape, son algunos ejemplos de lanzadores por venir que utilizarán Metalox como combustible. Pero el único impreso en 3D casi en su totalidad, es el Terran 1, pieza de información clave para poner un poco de contexto a lo que se vivió ayer a la noche en Cabo Cañaveral.
Terran 1 no solo despegó exitosamente sino que además logró superar, lo que para muchos era su prueba de fuego, “MaxQ”, la fase de mayor presión aerodinámica que un cohete debe soportar durante su acenso a órbita. Y al tratarse de un lanzador impreso en 3D, era un momento crítico para validar la integridad de su estructura. Terran 1 ni se inmutó y voló cual veterano hasta apagar sus nueve motores y pasarle la posta a la segunda etapa para que siga su camino.
Prueba vital y crítica cumplida con creces, que luego se vio apocada por un problema en la segunda etapa del cohete, que no logró realizar el encendido necesario que le diera el impulso para llegar finalmente a órbita.
Lanzamiento del Terran 1, visto desde las playas de Cabo Cañaveral
Una evaluación de lo que pasó ya está en marcha y teniendo en cuenta todos los desafíos que enfrentaba la misión, un problema del motor en la segunda etapa no pareciera ser difícil de resolver. Otra situación muy diferente hubiese sido si el vehículo no superaba Max Q, sembrando un manto de dudas sobre la viabilidad del uso de la tecnología 3D y con eso el modelo de negocio de la empresa.
No se llegó a órbita, pero Relativity Space tiene más para festejar que para tener un día envuelto en decepción.
Terran 1 = Aprobado.
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